“La verdadera vida no es reducible a palabras habladas ni escritas, por nadie, nunca. La verdadera vida ocurre cuando estamos solos, pensando, sintiendo, perdidos en el recuerdo, soñadoramente conscientes de nosotros mismos, los momentos submicroscópicos.” Don DeLillo. Punto Omega
domingo, 29 de diciembre de 2013
viernes, 20 de diciembre de 2013
Gustave Flaubert. Razones y osadías.
http://viajeporgrecia2010.blogspot.com.es/ |
[82] Recuerdo cómo me dio un vuelco el corazón y el placer violento que experimenté al contemplar una pared de la Acrópolis, una pared desnuda (la que se encuentra a la izquierda, subiendo los Propileos). Pues bien, me pregunto si un libro, independientemente de lo que dice, no será capaz de producir el mismo efecto ¿No hay una Virtud intrínseca, una especie de fuerza divina, algo eterno, como un principio, en la precisión de los ensamblajes, la rareza de los elementos, el pulido de la superficie, la armonía del conjunto? (Hablo al estilo platónico). Así ¿por qué hay una relación de necesidad entre la palabra exacta y la palabra musical? ¿Por qué se llega siempre a hacer un verso cuando se ha ceñido hasta el extremo el pensamiento?
Capítulo I. Literatura, crítica, estética.
Razones y osadías. Correspondencia de Flaubert
martes, 10 de diciembre de 2013
Thomas Bernhard. In einen Teppich aus Wasser o En una alfombra de agua
In einen Teppich aus Wasser
sticke ich meine Tage,
meine Götter und meine Krankheiten.
In einen Teppich aus Grün
Sticke ich meine roten Leiden,
meine blauen Morgen,
meine gelben Dörfer und Honigbrote.
In einen Teppich aus Erde
sticke ich meine Vergängnis.
Ich sticke meine Nacht hinein
und meinen Hunger,
meine Trauer
und das Kriegsschiff meiner Verzweiflungen,
das hinübergleitet in tausend Gewässer,
in die Gewässer der Unruhe,
in die Gewässer der Unsterblichkeit.
En Así en la tierra como en el infierno (1957), Thomas Bernhard
| En una alfombra de agua
bordo mis días
mis dioses y mis enfermedades.
En una alfombra de verde
bordo mi sufrimiento rojo,
mis mañanas azules
mis aldeas y panes de miel amarillos.
En una alfombra de tierra
bordo mi transitoriedad.
Bordo en ella mi noche
y mi hambre,
mi luto
y el barco de guerra de mis desesperaciones,
que se desliza por mil aguas,
hacia las aguas de la inquietud,
hacia las aguas de la inmortalidad.
Traducción de Miguel Sáenz
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sábado, 7 de diciembre de 2013
miércoles, 4 de diciembre de 2013
Richard Ford, Canadá
Sin embargo, si quienes estuvieran contando esta historia fueran ellos, ésta sería lógicamente diferente, y en ella serían los protagonistas de los acontecimientos por venir, y mi hermana y yo los espectadores, que es una de las cosas que los hijos son respecto de sus padres. El mundo no suele pensar que los atracadores de bancos pueden tener hijos, aunque muchos los tienen. Pero la historia de estos hijos-la de mi hermana y la mía, en este caso- sólo les incumbe a ellos calibrarla, desglosarla y juzgarla. Años después, en la facultad, leí que el gran crítico Ruskin escribió que la composición es la disposición de cosas desiguales. Lo que significa que el autor de la composición es quien determina qué es igual a qué, y qué importa más y qué es lo que puede dejarse a un lado del paso veloz de la vida hacia delante.
Canadá, cap. 3, traduccción de Jesús Zulaica
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