The Hive, Kew Gardens |
...nos habíamos olvidado de que le tocaba a Elise decidir qué otra cosa iría a parar al montón de significado.
- ¡El pelo de Rikke-Ursula!
Yo miré a Rikke-Ursula que de inmediato alzó una mano hasta las trenzas azules y ahora abría la boca, signo de una protesta que ya sabía que era inútil.
- ¡Yo llevo tijeras!- gritó Hussain carcajeándose.
Sacó una navaja, la mantuvo en el aire y sacó las tijeras.
- Se las cortaré yo- dijo Elise.
- Yo también quiero, son mis tijeras-dijo Hussain y se pusieron de acuerdo en cortar la mitad de trenzas cada uno.
Azul, más azul. Azulísimo.
Rikke-Ursula estaba totalmente quieta sin producir el mínimo ruido mientras le cortaban el pelo, pero las lágrimas rodaban por sus mejillas y era como si el azul de su pelo quedara reflejado en sus labios, que se mordió hasta hacerlos sangrar.
Miré hacia otra parte para no echarme a llorar yo también.
Cortarle el pelo a Rikke-Ursula era peor que cortárselos a Sansón. Sin pelo ella ya no sería Rikke-Ursula con con sus seis trenzas azules, y eso significaba que desde entonces dejaría de ser ella. Y pensé que quizá precisamente por eso las seis trenzas azules eran parte de lo que importaba, pero no me atreví a pronunciarlo en alto. Tampoco por lo bajo. Porque ella era mi amiga, a pesar de que no fuera esa Rikke-Ursula que llevaba seis trenzas azules y fuera alguien tan especial y tan ella misma.
Janne Teller: Nada
Traducc. de Carmen Freixenet,
Seix Barral,Madrid, 2010
Páginas 71-72
Seix Barral,Madrid, 2010
Páginas 71-72
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